revista ARTÍCULO DE REVISIÓN (I). Volumen 6 – Número 3 – Septiembre 2001

DOPAJE Y DEPORTE EFECTOS SOBRE EL SISTEMA CARDIOVASCULAR

Ferrer Gracia M.C; Obón Azuara B; Casanovas Lenguas JA; Ferreira Montero IJ. Servicio de Cardiología y Medicina Intensiva del Hospital Clinico Universitario «Lozano Blesa» Zaragoza.


El desarrollo de los conocimientos acerca de la Medicina y de las drogas es utilizado con frecuencia para aumentar el rendimiento en los deportistas, a menudo ignorando las directrices propuestas por el Comité Olímpico Internacional, violando la ética del deporte, olvidando sus efectos sobre la salud de los deportistas y sometiéndolos a riesgos innecesarios.

El término «doping» procede de «dope», antigua expresión que hace referencia a la primitiva bebida alcohólica utilizada como estimulante en las ceremonias en Sudáfrica. Este término se fue extendiendo progresivamente hasta adoptar finalmente el significado con el que se le conoce en la actualidad.

El diccionario de la Real Academia Española de la lengua define dopar como: administrar fármacos o sustancias estimulantes para potenciar artificialmente el rendimiento.

El Comité Olímpico Internacional ha confeccionado una lista donde se enumeran las diferentes sustancias y métodos utilizados con este fin. Dicha lista, regularmente revisada, divide básicamente al doping en distintos grupos:
1.-    Sustancias dopantes: estimulantes, analgésicos,
narcóticos, anabolizantes, diuréticos, péptidos y
hormonas glicoproteícas y análogos.
2.-    Métodos de entrenamiento: sanguíneos, farmacoló-
gicos, químicos y físicos.
3.-    Otras drogas sujetas a ciertas restricciones: alcohol,
marihuana, anestésicos locales, corticoesteroides y
betabloqueantes (1, 2).

A continuación se procede a realizar una breve reseña acerca de los efectos adversos sobre el sistema cardiovascular derivados del empleo y abuso de algunas de estas sustancias y drogas. En ella no se han incluido los porcentajes ni otros aspectos cuantitativos acerca de la utilización de duchas sustancias y sus efectos sobre el organismo, ya que opinamos que aún resulta desconocido el alcance de esta práctica.

La utilización de esteroides anabolizantes androgénicos entre los atletas representa un importante peligro. Son empleados a menudo para aumentar la masa y fortaleza muscular, así como incrementar la resistencia al entrenamiento, a expensas de su administración a dosis «suprafisiológicas»(3). Resultan conocidos entre otros, sus efectos nocivos sobre el metabolismo lipídico, como la reducción en los niveles de HDL colesterol, disminución de la lipoproteina A y B (4), aumento de LDL colesterol, cambios en los niveles de colesterol total; y sobre el sistema cardiovascular: desarrollo de enfermedad hipertensiva (5), aparición de miocardiopatías (6), hipercolagulabilidad de la sangre con el ulterior riesgo de trombosis (7,9), muerte súbita (10) y aumento del riesgo de desarrollar enfermedad coronaria.

Los betaestimulantes como el salbutamol inducen un marcado incremento de la masa muscular de predominio en las extremidades inferiores, asociándose a un aumento de la creatinfosfokinasa (CK) y de su isoenzima MB (11), productos de la hipertrofia cardiaca patológica que producen. Dicho efecto se produce con entrenamiento físico tras repetidas dosis de salbutamol sobre todo en asociación con otros agonistas beta adrenérgicos no selectivos (12).

Sustancias como las anfetaminas han demostrado efectos en el enmascaramiento de la fatiga muscular y psíquica. La efedrina en concreto es utilizada entre los atletas para mantener u obtener aumento en la masa muscular. Sobre el sistema cardiovascular producen aumento de la tensión arterial por vasoconstricción periférica, aumento de la frecuencia cardiaca y riesgo proarrítmico (3).

Con el empleo de eritropoyetina se han objetivado aumentos de la viscosidad de la sangre que pueden exacerbarse a lo largo del ejercicio debido a la deshidratación y favoreciendo el desarrollo de fenómenos tromboembólicos (13). La utilización de eritropoyetina recombinante ha mostrado aumento de la capacidad aeróbica máxima (VO2 máx). Este parámetro aumenta aproximadamente un 1% por cada 3 gr/l de concentrados de hematíes. Sin embargo los potenciales beneficios ergogénicos de esta técnica se encuentran asociados a complicaciones cardiovasculares potencialmente fatales, como el aumento del hematocrito, y de la viscosidad de la sangre, del gasto cardiaco y trabajo cardiaco hasta llegar al fallo cardiaco (14,15).

Con respecto al empleo de la cocaina por su efecto euforizante sin sensación de cansancio, diferentes estudios afirman que induce un efecto transitorio de la eritrocitosis (16), y así se han observado aumento significativo de los niveles de hemoglobina, de hematocrito y del volumen de células rojas tras los 10-30 minutos de su administración intranasal o intravenosa, siendo equivalente a los efectos de la transfusión de dos concentrados de hematíes (17) o bien al uso prolongado de eritropoyetina durante seis semanas (18). Puede también producir un aumento selectivo del factor de Von Willebrand, describiéndose incrementos del 40% sobre los niveles normales tras dosis de 0.4 gr/kg de cocaina intravenosa (19), sin producirse cambios compensatorios en la fibrinolisis endógena, actuando así como mecanismo inductor de la adhesión plaquetaria, agregación y trombosis intravascular, produciendo además vasoconstricción a nivel coronario (20,21), cerebral (22), esplénico (23), aumento de la TAD ó TAS (24), pudiendo contribuir al abrupto y transitorio riesgo de IAM asociado a su consumo (16), al sangrado o a los infartos esplénicos inducidos por la cocaina (24, 25).

Las últimas tendencias en la práctica del doping apuntan hacia la utilización de oxígeno hiperbárico, ya que se ha demostrado su efecto en el incremento del contenido arterial de oxígeno, mediante el aumento del transporte y transferencia de este gas disuelto en plasma, obtenido al ser respirado en altas concentraciones en el interior de una cámara hiperbárica 26-29 y el consiguiente aumento del rendimiento muscular a todos los niveles. Dada su reciente utilización con estos fines todavía no son conocidos sus posibles efectos nocivos sobre el sistema cardiovascular.

Una vez conocidas las posibles consecuencias del consumo de estas sustancias siendo graves y no infrecuentes sus efectos secundarios sobre distintos aparatos y sistemas del organismo, en concreto en este artículo se han revisado exclusivamente sobre el sistema cardiovascular, es importante reflexionar una vez más si el fin justifica los medios, no tan solo como medio ilícito de alcanzar un fin noble, como es la victoria deportiva, sino también como una forma más ó menos consciente de dañar el organismo de personas, por otra parte en buen estado físico.

El cardiólogo actual debe conocer en profundidad todos esos efectos de las drogas dopantes puesto que seguro que tiene que atender a algún deportista con insanas costumbres o mal aconsejado.
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