ARTÍCULO DE OPINIÓN. Volumen 11- Número 1- Mayo 2008
ES POSIBLE MEJORAR NUESTRO SISTEMA NACIONAL DE SALUD
Guillermo Serra Arredondo
Es posible mejorar nuestro Sistema Nacional de Salud
Ex presidente de la Organización Médica Colegial
El autor aboga por un cambio en la cultura de la asistencia sanitaria que mejore el sistema. Para ello propone dotar de los medios suficientes al profesional y retribuirle y motivarle como se merece. Además, defiende la concienciación social del ciudadano para acabar con la masificación.
Decía Rousseau: «Renunciar a la libertad es renunciar a nuestros derechos y nuestras obligaciones». Aceptar una situación por la simple razón de que ocurre todos los años es renunciar a nuestros derechos.
A mediados de los años ochenta apareció en un diario de tirada nacional la fotografía y la denuncia de un paciente que había sido ingresado en los pasillos de un hospital. Por aquel entonces todos nos rasgamos las vestiduras. ¿Al día de hoy lo hemos solucionado?
Es evidente que no se han puesto los medios para solucionar una situación indeseable. Es evidente que no se ha escuchado a los profesionales para buscar la solución y, lo que es más preocupante, es evidente que la propia sociedad no ha reaccionado contundentemente. Estas evidencias son el resultado de que todos los agentes sociales hemos aceptado lo inaceptable.
Año tras año y siempre por estas fechas reaparecen los procesos gripales, que han existido y existirán. El aumento de la demanda asistencial es una realidad mantenida en el tiempo y, por lo tanto, parece de difícil justificación que no se tengan previstas las soluciones adecuadas. Una vez más se comprueba que la sanidad no es considerada como un problema social; sus deficiencias sólo las personalizan los enfermos y éstos no constituyen un grupo social que pueda modificar en estos momentos los resultados electorales.
Comparto la tesis de que el inmovilismo de nuestro sistema sanitario solamente podrá vencerse con una presión social y esta sólo será posible cuando el ciudadano no sólo se fije en el confort de la asistencia sanitaria que recibe, sino también en la calidad asistencial, no consintiendo que se devalúe. Calidad que puede iniciar una pendiente resbaladiza como consecuencia de determinados planteamientos. Calidad que es muy difícil mantener en la masificación.
Por ser vos quien sois
En mi comparecencia ante la Asamblea de Madrid el año 2005 manifesté que si las listas de espera afectaran a las personas influyentes ya se habría resuelto gran parte del problema. Lo mismo ocurre con la masificación de las urgencias hospitalarias. Un liberal americano, John Godman, manifestó que si los miembros del Congreso y los poderosos tuvieran que esperar -y no digamos si fueran ingresados en los pasillos- ese sistema no duraría ni un minuto.
Los ciudadanos saben que las listas de espera tanto en atención primaria como en la atención hospitalaria pueden ser soslayadas a través de las urgencias de los hospitales.
Entre todos debemos hacer una labor de información y formación social. No se entiende por qué están vacíos los servicios de urgencias durante un evento deportivo de interés y se llenan a continuación. Posiblemente no haya tanta urgencia.
Esta concienciación social pudiera ser, junto a otras medidas, un primer paso para la desmasificación. Evidentemente, aunque el paciente no necesite ser atendido en un hospital, sí debe ser asistido por profesionales competentes, con los medios materiales adecuados para percibir y quedar satisfecho de la asistencia sanitaria recibida.
En cualquier Master en Dirección Médica y Gestión Clínica hemos podido aprender la desarmonía que existe entre la teoría y la práctica. Nos han enseñado, y lo comparto plenamente, la gran importancia que tiene la atención primaria. Es la puerta de entrada de nuestro sistema sanitario. En todos los congresos de las diferentes sociedades científicas de primaria las personalidades que los clausuran o inauguran una y otra vez lo ponen de manifiesto. ¿Qué se ha hecho en realidad para mejorar la primaria? Personalmente opino que muy poco.
Voluntad y cambio
Si se dotase al primer nivel asistencial de los medios humanos y tecnológicos adecuados, con profesionales retribuidos de acuerdo con sus conocimientos y responsabilidades, y con el tiempo suficiente para atender a los pacientes, posiblemente el número de urgencias hospitalarias disminuirían. Ahora bien, para esto hace falta una gran voluntad y un cambio de cultura. El médico tiene que ser liberado de la burocracia que hoy ocupa demasiada parte de su tiempo. Posiblemente no falten tantos médicos; a lo mejor es que realizan funciones ajenas a su profesión.
Hace días, un residente de mi especialidad, Traumatología, manifestaba tras su paso por la Clínica Mayo que lo que más le había sorprendido era el nulo tiempo dedicado al papeleo y que el trabajo lo empleaba en la asistencia, en la investigación y en el estudio. Para alcanzar esto hacen falta conocimientos, imaginación y voluntad. Abrir las puertas de las facultades es lo más fácil, es no tener imaginación, es crear nuevas bolsas de paro y nutrir de especialistas -formados con nuestros euros- a otros países.
El cambio que precisa nuestro sistema sanitario no pasa por el capital privado, que lógicamente se mueve por cuentas de resultados.
Aunque se puede contar con él si interesa, debe aceptar que la acción social y la calidad asistencial son prioritarias a los beneficios económicos. Este cambio que ya no admite más demoras tampoco pasa por una estatalizacion del sistema. La solución está en dar a los profesionales un protagonismo y un reconocimiento social y retributivo similar al que tienen en los países de nuestro entorno. El cambio pasa por ilusionar a las generaciones de médicos jóvenes creando posibilidades de promoción, una retribución y una motivación que impidan el éxodo de profesionales.
El cambio pasa, como se pone de manifiesto en un estudio reciente, por la necesidad de que el director médico sea la máxima autoridad y que participen en su elección los propios profesionales. Hay que profesionalizar la gestión, consiguiendo la aceptación y la participación activa de la mayoría de los agentes de la salud, y, por supuesto, en las grandes inversiones deben primar las necesidades sanitarias y no las promesas electorales generadas por objetivos a corto plazo.
Entre todos debemos hacer una labor de información y formación social. No se entiende que las urgencias estén vacía durante un acontecimiento deportivo y llenas cuando finaliza. Quizá no había tal urgencia
Si se dotase a primaria de los medios adecuados con profesionales retribuidos de acuerdo a sus conocimientos y responsabilidades y con el tiempo suficiente para la asistencia, las urgencias hospitalarias disminuirían
Guillermo Serra Arredondo. Ex presidente de la Organización Médica Colegial
(Texto íntegro publicado en Diario Médico el día 6 de Febrero 2008. Edición con permiso de Dn José Ramón Zárate Covo Subdirector de Diario Médico)